La Emigración Española Durante el Franquismo

La crisis económica iniciada con la caída de la bolsa en 1930 afectó negativamente el flujo de migración española al mundo. Durante el periodo previo, entre 1880 y 1930, se produjeron diversas olas de migrantes que principalmente se dirigieron hacia América Latina. Sin embargo, con la crisis financiera los países latinoamericanos tomaron políticas restrictivas para proteger el salario de la población local.

Con el inicio de la guerra civil española comienza un período de emigración que estuvo motivado por razones muy distintas a las que primaron en migraciones anteriores. Durante el periodo previo a 1930 las olas migratorias estuvieron motivadas por razones económicas y por las oportunidades de trabajo en los países latinoamericanos. A partir del inicio de la guerra civil en 1936, la principal motivación fue el exilio político de refugiados republicanos.

Dada la naturaleza de esta migración, muchos países latinoamericanos se opusieron a recibir a estos contingentes por temor al desarrollo de ideas extremistas. De esta manera se observa un cambio en el grupo de países receptores. Si durante la etapa previa al año ‘30 los principales destinos migratorios habían sido Argentina, Cuba y Brasil, ahora serian principalmente México y en menor medida República Dominicana, Ecuador y Chile.

A su vez, se produjo una disminución de los flujos migratorios, ya que durante el periodo de 1921 a 1930 se contabilizaron más de 800 mil personas que emigraron hacia América Latina. Ahora bien, de 1936 hasta el final de la segunda guerra mundial en 1945 se registraron nada más que 35 mil emigrantes. Argentina tomó una posición neutral durante gran parte de la guerra, y contó en las primeras filas del gobierno con grupos militares adherentes a las potencias Nazi-Fascistas del Eje. Posiblemente esto explique la poca afluencia de refugiados españoles republicanos durante la etapa de la guerra civil.

Cuaderno con dictado de la época franquista.
Cuaderno con dictado de la época franquista. Fuente: Wikimedia Commons.

En el año 1939 finaliza la guerra civil española, con la victoria de Franco y el inicio de la dictadura militar que duraría hasta 1975. En relación a la política migratoria existieron 2 períodos: por un lado los años previos a 1945, y por otro la etapa que abarca desde 1946 hasta la muerte de Franco.

Durante los primeros años del franquismo perduró una política de restricción a la emigración. La visión durante esta época fue que el fomento a la migración traía pérdidas económicas para el régimen, a causa de la huida de divisas que generaba un perjuicio a la debilitada balanza comercial española. Además existía una intención de incrementar la población del país y por consiguiente la emigración no contribuía a ello.

A partir de 1946 una nueva concepción del gobierno franquista modificó radicalmente la política migratoria. Franco comprende que la emigración puede ser útil a los fines de la dictadura, funcionando como una “válvula de escape” a las “presiones políticas” de los cuadros opuestos al régimen. Además se produce un cambio en la visión de la política poblacional, comprendiendo que existía una presión demográfica que no podía ser procesada por la débil economía española de posguerra.

Cartilla de racionamiento de la posguerra española
Cartilla de racionamiento de la posguerra española, año 1945. Exposición Historia del Dinero. Depositada en el Museo de Prehistoria de Valencia, Comunidad valenciana, España.

Un reflejo de ello fue que la mitad de la población del país continuaba ligada al sector agrario, y el débil sector urbano industrial no permitía absorber la mano de obra excedente. Como resultado la economía no lograba alcanzar el pleno empleo, lo cual ponía en riesgo las bases del régimen.

El cambio de dirección se plasmó en un conjunto de medidas políticas que auspiciaron el éxodo migratorio español. Entre ellas se otorgó mayor flexibilidad a la entrega de pasaportes, para lo cual se estableció como único requisito la presentación de una “carta de llamado” o un contrato de trabajo de un consulado español en el país de destino.

En 1948 se habilitó la salida de divisas, luego de que el país hubiese alcanzado el equilibrio de las cuentas externas. También se adhirió al Comité Intergubernamental de Migraciones Europeas (C.I.M.E.), el cual aseguraba medios de transporte a migrantes con recursos insuficientes para la travesía a ultramar. Se firmaron diversos convenios migratorios con otras naciones y se creó el Instituto Español de Emigración (I.E.E.) para permitir la planificación y regulación de la misma.

Evidencia del éxodo fueron los saldos migratorios netos negativos entre los años 1951 y 1960 en las regiones de Andalucía, Aragón, Canarias, Castilla-La Mancha, Castilla-León -incluidas Cantabria y La Rioja-, Extremadura, Galicia, Murcia y País Valenciano. Las únicas  tres regiones donde se observaron saldos migratorios positivos fueron las regiones de Cataluña, Madrid y País Vasco (incluida Navarra) donde existía un mayor desarrollo industrial dentro de las inmediaciones urbanas.

Cristobal García, arando en lo alto del Camino Majadahonda, año 1950
Imagen de arado en 1950 en El Saucejo, provincia de Sevilla. La agricultura española durante los años cuarenta se caracterizó por la baja productividad y la escasa tecnificación. Fuente: Wikimedia Comons.

Al igual que en el periodo de las migraciones masivas entre 1880 y 1930, la nueva ola migratoria iniciada en 1946 tuvo como primer región de origen a Galicia, con casi la mitad de los emigrantes; le siguieron Canarias, Cataluña, Andalucía, Asturias, Madrid y Castilla-León. Sin embargo a diferencia del periodo previo a 1930 la media anual de emigrantes fue más baja. Las razones fueron que las zonas industriales de Cataluña, Madrid y el País Vasco tenían un incipiente desarrollo industrial que permitía ofrecer oportunidades de empleo absorbiendo una proporción de potenciales migrantes.

A su vez la alta persistencia de una mayor selectividad en las políticas migratorias de los países de origen impactó a las corrientes migratorias. Particularmente los países de América Latina, como Argentina durante el gobierno de Perón, estaban embarcados en el desarrollo de un proceso de industrialización liviana que requería de mano de obra cualificada. Incluso en la definición del primer plan quinquenal peronista se puso de manifiesto la necesidad de limitar las entradas a 50.000 por año, y condicionar el perfil del inmigrante: obreros industriales y técnicos especializados.

Un renglón aparte lo ocupó el caso venezolano, que si bien en el periodo previo a 1930 no había sido destino importante para la emigración española, durante la etapa de posguerra ocupó el segundo lugar como país de destino. El mayor arribo de migrantes españoles se explicó debido al éxito de la industria petrolera que determinó el desarrollo de nuevas inversiones, construcción de refinerías y mayores recursos fiscales para la obra pública. Por esta razón el gobierno auspició el ingreso de inmigrantes, brindando preferencia a españoles gracias a su mejor asimilación cultural e idiomática.

Otra diferencia con el período previo a 1930 fue que el flujo de migrantes estacionales entre España (principalmente Canarias) y Cuba prácticamente desapareció. El flujo migratorio tendió a ser permanente, reflejando un índice de retorno menor, lo cual significó una pérdida demográfica para España mayor (cerca de 400.000 habitantes).

Hacia fines de la década del ’40 y hacia mediados de la década del ’50 la situación económica en los países de Latinoamérica cambio de sentido. El proceso de desarrollo de industria liviana en Argentina comenzó a mostrar sus límites. Por otra parte, en Venezuela se observó un aumento del desempleo. El cambio en las condiciones económicas de los países de destino determinó que los flujos de migrantes españoles modifiquen el rumbo hacia países de Europa central (principalmente Alemania, Francia, Suiza, Gran Bretaña, Bélgica, entre otros) que estaban en pleno auge económico tras haber dejado atrás el período de reconstrucción posterior a la guerra.

La nueva dirección migratoria permitió extender el período de esta ola, que fue decreciendo gradualmente hasta revertirse casi por completo luego de la muerte de Franco. A partir de allí se da inicio a una nueva etapa completamente diferente, con la reconstrucción democrática del país acompañada por el auge económico.

Fuentes:

  • Palazón Ferrando, Salvador (1992). La emigración española a América latina durante el primer franquismo (1939-1959). Anales de la Universidad de Alicante. Historia Contemporánea. 1991-1992.
  • Sallé Alonso, Mª Ángeles (2009). La emigración española en América: historias y lecciones para el futuro. Fundación directa.

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