Cómo pedir Partidas de Nacimiento, Matrimonio y Defunción de Buenos Aires

Si se trata de rastrear partidas de nacimiento, matrimonio y defunción en la Ciudad Autonoma de Buenos Aires, afortunadamente existe un sitio web que facilita los pedidos.

El proceso se puede realizar completamente online, pero los envíos solo se realizan a casillas de correos de Gmail, Hotmail o Yahoo (por la facilidad y el acceso a otros servicios como documentos, almacenaje y otros, recomendamos crear cuenta en Gmail).

Las partidas demoran alrededor de 15 dias hábiles en llegar – aunque se pueden realizar pedidos urgentes que requieren sólo 72 horas.

Cómo Pedir Partidas de Buenos Aires

El primer paso es ir al sitio de trámites del Gobierno de Buenos Aires:

Desde allí podrán realizar los pedidos y hacer el pago (a través de una Boleta Única Inteligente o BUI). Los costos por partidas regulares o urgentes figuran en la misma pagina.

Hay dos formas de pedir partidas, con diferentes requisitos. Los tramites sin búsqueda requieren una serie de datos (con frecuencia no disponibles para ancestros), mientras que los trámites con búsqueda requieren sólo una fecha aproximada y el nombre completo.

Requisitos para Trámite sin Búsqueda

Los requisitos para hacer un Trámite sin Búsqueda son:
 
  • Nombre
  • Apellido
  • Año
  • Tomo
  • N° de Acta
  • Sección

Requisitos para Trámite con Búsqueda

Los requisitos para hacer un Trámite con Búsqueda son obligatorios. Estos son:
 
  • Fecha aproximada
  • Nombre
  • Apellido

Pasos para Realizar el Pedido

Para realizar un pedido de partidas, hay que completar el formulario de Tramites Digitales del Gobierno de Buenos Aireshttps://tramitesdigitales.buenosaires.gob.ar/formulario/formularioTemplate/solicitudPartida (tarda un poco en cargar).

Siguiendo el paso a paso, luego de proveer los datos requeridos el sitio solicita el pago de la Boleta Única Inteligente (BUI). Los medios de pago includen Rapipago, Visa, Cabal, y Mastercard. 

Para solicitar partidas urgentes, que demoran unas 72 horas hábiles luego de realizado el pago, se debe abonar un adicional que puede pagarse online con tarjeta de credito.

Si el pago se realizó cocrrectamente, la partida debería llegar por correo electrónico dentro del plazo informado.

Otras Partidas

Para realizar el pedido de una partida parroquial, hay que acercarse a una Circunscripción del Registro Civil.

Las partidas para presentar en Educación, ANSES, DNI (sin búsqueda) son gratuitas.

Las partidas pueden pedirse desde el exterior. En el tipo de entrega hay que seleccionar “Entrega al exterior“. Las partidas se pueden apostillar a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación.

Partidas con firmas ológrafas deben ser legalizadas por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil o en el Ministerio del Interior.

Santiago del Estero: Historia de la Ciudad más Antigua de la Argentina

La creación de ciudad de Santiago del Estero, capital de la Provincia, se remonta al siglo XVI. Aunque la fecha exacta se desconoce, su fundación se estima entre los años 1550 y 1553. De hecho, ninguna otra ciudad argentina la supera en antigüedad! En este artículo, te contamos sobre la ciudad de Santiago del Estero y su historia.

Historia de Santiago del Estero

La ciudad fue el primer centro colonial y el primer proyecto urbano exitoso de toda la región. Los habitantes que conformarían Santiago habían intentado en dos ocasiones fundar una ciudad de nombre “El Barco“. Un militar y conquistador español, Juan Núñez de Prado, había sido el autor del nombre – en honor a su ciudad natal en España “El Barco de Ávila“. Ya en su ubicación actual, la ciudad fue finalmente llamada Santiago (por el Apóstol Santiago) del Estero (por hallarse junto a una laguna cercana al río Dulce), exactamente el 25 de julio de 1553. Los primeros pobladores de la ciudad provinieron de dos contingentes principales: el primero del Perú, y el segundo, que en definitiva resultó ser el más numeroso, llegó desde Chile. Luego se sumaron indios yanaconas, de habla quechua, lengua que dio origen al actual quichua santiagueño, ampliamente difundido en la provincia. Los primeros vecinos de Santiago del Estero constituyeron las cabezas de las familias criollas más antiguas de la República Argentina.

Por muchos años, Santiago del Estero fue la única ciudad del actual territorio argentino que subsistió, mientras que otras fueron atacadas o abandonadas por sus respectivos ocupantes.

Santiago del Estero: Casa de Gobierno, Legislatura y Palacio de Justicia en 1906.
Santiago del Estero: Casa de Gobierno, Legislatura y Palacio de Justicia en 1906. Fuente: Wikimedia.

Numerosas expediciones fueron lanzadas desde Santiago del Estero, fundando sucesivamente las ciudades de San Miguel de Tucumán (1565), Córdoba (1573), Salta (1582), La Rioja (1591), San Salvador de Jujuy (1593) y Catamarca (1683). Es por este motivo que Santiago es a menudo conocida como “madre de ciudades“.

Inicialmente parte del Virreinato del Perú, en 1776 y con la conformación del Virreinato del Río de la Plata, Santiago quedo incluida en la Intendencia de Salta del Tucumán. La ciudad adhirió con entusiasmo a la causa emancipadora la Revolución de Mayo en 1810 (contribuyendo con hombres a la causa de la independencia, lo cual provocó el despoblamiento de su territorio), y formó parte de la efímera República de Tucumán hasta el 27 de abril de 1820, cuando se convirtió en capital de la nueva provincia de Santiago del Estero al proclamarse la autonomía provincial gracias a una revolución iniciada por el comandante Juan Felipe Ibarra.

Además de ser punto de partida de la conquista militar, la ciudad también lo fue de la evangelización católica. Santiago fue sede del primer obispado, formando a los sacerdotes que fundaron conventos en otras ciudades. La ciudad fue también sede de los primeros institutos de enseñanza, escuela y Seminario, anteriores a la Universidad de Córdoba.

Centro Cultural Del Bicentenario, Santiago del Estero.
Centro Cultural Del Bicentenario, establecido en el edificio reciclado de la antigua casa de gobierno, construida en 1868.

Santiago del Estero y El Terremoto de 1817

El 4 de julio de 1817, a las 17.30, un terremoto con una magnitud estimada de 7,0 en la escala de Richter sacudio Santiago del Estero, causando graves daños, agrietando la tierra y prolongándose hasta el día 11, con intervalo de horas. El epicentro fue en 28°00′S 64°30′O, a una profundidad estimada de 30 km. El año 1817 no fue precisamente el mejor para Santiago del Estero, ya que en enero y febrero azotaron a la incipiente ciudad vientos huracanados que sembraron destrucción y pánico.

Hasta principios del siglo XVII, la región santiagueña se había integrado a la economía minera alto-peruana a través del abastecimiento de textiles “de la tierra“, que los indios entregaban en calidad de tributo. Las “carreterías” alejaban a veces para siempre a los pobladores de la zona, declinando luego de no poder insertarse eficazmente en los circuitos dependientes de Potosí. El gran crecimiento económico y demográfico de Buenos Aires, que se incrementa aun mas con la creación del Virreinato del Rio de La Plata, reorienta parte de los flujos que partían del interior.

En 1884 el Ferrocarril Central Argentino llega a Santiago del Estero. Con capitales británicos, su expansión había sido impulsada por intereses en explotar la abundante madera de quebracho de la provincia. La linea troncal Rosario – Córdoba – Tucumán vinculó a las ciudades con Buenos Aires, tejiendo el abanico que hasta la primera guerra mundial consolidaría el foco en la capital del país. Si bien desde 1721, con la introducción de esclavos africanos, la zona había pasado a ser una importante productora de cereales y hortalizas, la colonización de la pampa húmeda con inmigrantes europeos le quitó ese lugar de privilegio. Políticamente, el ferrocarril contribuyo a la aceleración del proceso de organización nacional y a la movilización de personas a grandes distancias con reducciones significativas en el tiempo de viaje. La inmigración, que antes se asociaban al transporte de ganado y textiles, ahora incluye a aquellos que se trasladan para ofrecer sus brazos en las cosechas trigueras de Buenos Aires y sus alrededores. Muchas familias se instalaran como campesinos, otros temporalmente como jornaleros y trabajadores de estación.

Inaugurado en 1917, la gran sala del Petit Palais fue centro para funciones cinematográficas, teatrales y de café concert.
Inaugurado en 1917, la gran sala del Petit Palais fue centro para funciones cinematográficas, teatrales y de café concert. Fuente: Wikimedia.

Santiago del Estero en el Siglo XX

Santiago del Estero presenció numerosos cambios a principios del siglo XX. Cuatro avenidas delimitaron el centro de la ciudad: Rivadavia, Alsina, Roca y Moreno. Se establecieron las plazas Belgrano, Independencia, Gral. Roca (hoy Lugones), Absalón Rojas (hoy San Martín) y San Martín (hoy Absalón Rojas). Y en el centro, el Mercado Armonía nucleaba los productos de fincas y chacras. Se inauguró el Hospital de la Caridad (después Mixto, hoy Diego Alcorta) y comenzó el alumbrado público.

Luego una epidemia de paludismo a causa del estancamiento de las aguas de un brazo muerto del río Dulce, por iniciativa del doctor Antenor Álvarez se procedió al rellenado y posterior plantación de 1000 eucaliptus para absorber la humedad del suelo, dando origen al Parque Aguirre. El servicio de agua corriente se inauguró en 1907, y también lo hicieron en el mismo año el Matadero Municipal (hoy Mercado de Abasto), en 1908 el Colegio Nacional, en 1910 el teatro Veinticinco de Mayo, en 1911 la Avenida Costanera (ampliada luego en 1917), y en 1916 la Escuela del Centenario y se procedió a la pavimentación de las calles principales utilizando adoquines. En 1926 se terminó la construcción del Puente Carretero, donado por el gobierno alemán como un acto de reparación hacia la República Argentina por el hundimiento de dos barcos durante la Primera Guerra Mundial.

Folklore y Gastronomía de Santiago del Estero

El folclore, con sus tradicionales chacareras (el baile que los paisanos dedicaban a las hijas mujeres de los chacareros, para festejar las buenas cosechas), comenzó a conocerse gracias a Don Andrés Chazarreta, quien alrededor de 1921 incursiona en Buenos Aires en su afán de rescatar los ritmos originarios no sólo de Santiago, sino de toda la Argentina. El vocablo “chacarero”, trabajador de la chacra, en quechua santiagueño significa maizal. Hoy patrimonio cultural típico de Santiado del Estero, la provincia y la ciudad han dado origen a muchos de los más destacados intérpretes y compositores de música popular del país.

Y en la gastronomía, Santiago es también una chacarera de sabores. El locro, la humita, los tamales, las empanadas, la chanfaina y la sopa de quinua, son platos típicos de la región. También alfajores de dulce de leche elaborados con una pizca de anís y dos cucharadas de alcohol, chipacos y tortillas. Elaboraciones multicolores que contrastan el paisaje de tierra y sol, aromas del monte  y sabores cautivantes. Son estas tradiciones y otras las que convierten a Santiago en una de las principales provincias gastronómicas del país y uno de los lugares mas ricos en patrimonio.

Vista aérea de la ciudad en 1922.
Vista aérea de la ciudad en 1922. Imagen cortesía de Santiago Ciudad.

Lugares Destacados de Santiago del Estero

La Plaza Libertad, ubicada en el centro, está cubierta de ricas especies vegetales y ofrece en invierno el colorido espectáculo de sus lapachos en flor.

La Catedral Basílica, establecida en 1876, trae a la memoria la creación, en Santiago del Estero, de la primera Diócesis en territorio argentino, en el año 1570.

El Convento de San Francisco reúne el Templo de estilo neogótico, el Museo de Arte Sacro, que conserva joyas religiosas de los siglos XVIII y XIX y objetos que pertenecieron a San Francisco Solano, y la Celda Capilla, morada del santo y sencillo recinto levantado por los aborígenes entre 1590 y 1594. La Iglesia de la Merced conserva una antigua imagen de la Virgen María donada por el Gral. Juan Felipe Ibarra.

El Parque Aguirre es el principal pulmón verde de la ciudad, espacio de recreación y asiento de clubes de distintas disciplinas deportivas.

En la Casa Museo de Andrés Chazarreta se exhiben pertenencias de quien, durante 54 años de labor, recopiló y compuso centenares de piezas folklóricas.

El Centro Cultural del Bicentenario,inaugurado en 2010, conforma un importante polo cultural frente a la Plaza Libertad, que contiene tres museos: El Histórico, el Antropológico y el de Bellas Artes, así como múltiples espacios de exposición.

Estos lugares y muchos otros pueden visitarse en auto. Si prefieres un tour, aquí hay algunas opciones de excelente calidad:

El Desarrollo del Ferrocarril en Argentina y su Relación con la Inmigración

La instalación y puesta en marcha del ferrocarril en la Argentina requirió materiales y mano de obra calificada. Repasamos su historia.

El ferrocarril, como fenómeno mundial, surgió en el siglo XIX y se desarrolló fuertemente durante el siglo XX, constituyéndose como símbolo de la modernidad y el progreso.

En Argentina, la primer línea férrea fue inaugurada en 1857 en la provincia de Buenos Aires fomentada por capitales argentinos, aunque rápidamente se sumaron capitales británicos y franceses. Estos dos últimos fueron tomando mayor preponderancia en la definición y desarrollo del ferrocarril en el país a lo largo del tiempo. Por su parte, el Estado argentino también participó en la expansión ferroviaria, mediante los llamados ferrocarriles de fomento; se trató de líneas que llegaban a lugares lejanos que no resultaban rentables para las inversiones privadas. El objetivo era fomentar el desarrollo económico de esas regiones apartadas y controlarlas políticamente.

En 1863 se comenzó a construir el Ferrocarril Central Argentino. La Red Ferroviaria Argentina llegó a ser una de las más grandes del mundo durante este periodo, alcanzando cerca de 100.000 km de rieles. El desarrollo de este fenómeno estuvo muy relacionado por una parte con el contexto internacional y el hito que significaba esta nueva forma de transporte, y por el otro con el modelo económico agro-exportador, basado en la producción agrícola y la ganadería. Su instalación modificó sustancialmente la circulación de las personas, de los bienes de capital y de la tecnología. Trajo velocidad en las comunicaciones, acotó los tiempos de traslado y modificó la concepción de las distancias.

Locomotora La Porteña, la primera locomotora del Ferrocarril Oeste.
Locomotora La Porteña, la primera locomotora del Ferrocarril Oeste. El 29 de agosto de 1857 realizó el primer viaje en tren, desde la Estación del Parque hasta La Floresta, Buenos Aires, Argentina. Fuente: Wikimedia Commons.

Por su parte, la instalación y puesta en marcha requirió no solo de los materiales necesarios (rieles, locomotoras, maquinarias, etc.), todos ellos confeccionados en el exterior, sino también de ingenieros y expertos que contaban con los conocimientos necesarios, como así también la mano de obra calificada para operar estas tecnologías (maquinistas de locomotoras, telegrafistas, administrativos, entre otros), lo cual inicialmente generó inmigración británica hacia Argentina, aunque no de forma excluyente.

Esto se constató en el hecho de que los encargados de la construcción del Ferrocarril del Oeste fueron el ingeniero civil inglés, Williams Bragge, el francés Paul Moulliard y John Allan, ingeniero mecánico británico.

Es claro que esta época estuvo marcada por la inmigración como política de Estado.

El principal objetivo era poblar el territorio y consolidar una sociedad civilizada basada en las enseñanzas de economía, orden y moralidad que introducía la cultura europea. Predominaba los inmigrantes de origen italiano y español principalmente. Durante el siglo XIX los británicos emigraron en forma masiva, pero eligieron países que representaban mejor sus costumbres tales como Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica.

El porcentaje que emigró hacia América del Sur fue pequeño, sin embargo Argentina fue el país que recibió mayor cantidad, seguido por Brasil y Chile. Los atraía el escenario comercial y las grandes oportunidades que ofrecía este desconocido país. Las primeras olas migratorias estuvieron compuestas por aventureros, los llamados pioneros. Más tarde se daría el fenómeno de las cadenas migratorias.

Mapa del Ferrocarril General Belgrano
Mapa del Ferrocarril General Belgrano y el resto de la red ferroviaria argentina en el momento de su máxima extensión (aprox. 1960). Fuente: Wikimedia Commons.

Avanzado el siglo XIX, el Estado argentino comenzó a regular el ingreso de los contingentes migratorios. En 1869 se creó por decreto la Comisión Central de Inmigración, la cual permitió contar con mayor control y acompañamiento, a la vez que arrojaba luz respecto de las estadísticas oficiales y las características de la población recién llegada. En el año 1875 el gobierno del presidente Avellaneda presentó un proyecto de ley que pretendía orientar la inmigración en función de las necesidades del país, proponiendo el fomento para continuar desarrollando el modelo económico agroexportador.

Las corrientes migratorias en este sentido, contribuirían al incremento de la producción, del consumo, de las exportaciones, y de la recaudación aduanera. Los ferrocarriles por su parte, aportaban al transporte de los bienes conectando las regiones del país con el puerto

La política de fomento de la inmigración, en tal sentido, debía ser entendida como uno de los pilares del desarrollo económico del país: mano de obra especializada en las nuevas prácticas productivas.

El proyecto de ley presentado en 1875 fue aprobada un año más tarde y con esto se confirmaba la obligación del Estado argentino de brindar alojamiento, manutención y traslado a los inmigrantes, lo cual indicaba que el Estado tendría un rol importante en la recepción de los flujos migratorios. A su vez, intervendría también en la búsqueda y selección de candidatos en los países de origen, y una vez llegados Argentina los trasladarían a territorios específicos donde podrían comenzar a trabajar.

De esta manera, puede observarse una importante modificación en la regulación de la migración por parte del Estado, aunando esfuerzos con el fin de potenciar el modelo económico de agro-exportación.

Trabajadores ferroviarios, 1952.
Trabajadores ferroviarios en 1952. Imagen cortesía de Archivo General de la Nación.

En 1890 se produjo una fuerte crisis económica y financiera en Argentina, que frenó sustantivamente el desarrollo de toda la red ferroviaria, tanto la de origen estatal como la privada. Sin embargo el interés por el sector ferroviario permaneció intacto. Durante la primera década del nuevo siglo existieron propuestas de compra de los ferrocarriles del Estado, por parte de capitales extranjeros.

Si bien se barajó la posibilidad de privatizar los ferrocarriles estatales, a partir 1916 (durante el primer gobierno de Yrigoyen) se marcó una clara tendencia abandonar definitivamente esta idea. El criterio que había imperado durante el siglo anterior había sido el de un “Estado subsidiario temporario”, el cual invertía en el fortalecimiento de la red ferroviaria para luego delegar la operación de las mismas a capitales privados.

A partir de la presidencia de Yrigoyen se fortaleció la idea de la re-inversión pública en las líneas ferroviarias y la competencia con las empresas privadas. Esta tendencia se mantuvo y se realizaron nuevas inversiones que permitieron durante década del ‘20 la extensión kilométrica de los ferrocarriles del Estado.

El desarrollo del nuevo siglo traería aparejado la transformación del mercado de transporte terrestre y la decadencia del transporte ferroviario a nivel mundial. La crisis mundial de la década del ‘30 y el advenimiento de la segunda guerra mundial llevaron a los capitales extranjeros a intentar deshacerse de las empresas ferroviarias. Para el Estado Argentino, esto significó una oportunidad de profundizar el ideario fortalecido durante las primeras décadas del siglo, lo que llevó a la nacionalización de varias líneas de ferrocarril.

Fuentes:

  • Salerno, Elena (2001). Los ferrocarriles del Estado, conectividad y política en la Argentina. Universidad Nacional de Luján (Argentina).
  • Badaloni, Laura (2015). Ferrocarriles e ingenieros. Aportes a una historia más allá de las fronteras nacionales. Investigaciones Socio-históricas regionales (ISHIR) y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
  • Fernandez, Alejandro (2017). La ley argentina de inmigración de 1876 y su contexto histórico. Universidad Nacional de Luján (Argentina).
La Trochita del Ferrocarril General Roca.
La Trochita del Ferrocarril General Roca, cuyo recorrido se extiende 402 kms desde Esquel and El Maiten en Chubut hasta Jacobacci en Río Negro. Fuente: Wikimedia Commons.

La Gastronomía Argentina, un crisol de Razas y Ollas

Sabemos que el concepto de Gastronomía, formada por dos palabras de origen griego, “gastros”, estómago y “nomos”, que
significa orden, o ley, es, en resumen, la norma del estómago. Y no podemos de ninguna manera desconocer que forma parte de la Cultura, al ir asociada a las tradiciones, la geografía, las costumbres y la historia de los pueblos.

Argentina es un país de entrecruzamientos culturales, un destino elegido por millones de seres humanos que fueron corridos de sus tierras de origen por hambre, persecuciones políticas y religiosas, por guerras, por falta de trabajo; circunstancias coyunturales de una Europa convulsionada.

Hasta la Primera mitad del siglo XIX la cocina estaba signada por la impronta indígena y mas tarde, con la llegada y colonización de los primeros españoles, ambas se fusionan.

Si nos sentamos a sus mesas, comeremos asado, carbonadas, guisos carreros, de vizcacha, de pacú, sopas , guisos con cerdo,
maíz, porotos, puchero, mazamorra (cultura precolombina mas influencia española), locro (del quechua “Luqru“, de raíces andinas, papas y maíz blanco), tortas fritas, dulce de leche.

Platos de porciones abundantes y sin mucho refinamiento. Y si vemos qué comen los esclavos y los muy pobres, en su menú están las vísceras, entre ellas el mondongo, los chinchulines, las tripas vacunas desechadas por los de mejor posición económica.

Fotografia de Empanadas. Imagen Creative commons por やましこ
Asado criollo

Y a mediados del 1800 bajan de los barcos los de la lejana orilla, los inmigrantes europeos, en su mayoría , huyendo de sus paupérrimas condiciones de vida, y así, la fuerza autóctona de América comienza a mezclarse con el paladar europeo.

A fines del siglo XIX, los italianos llegan a torrente. Solamente entre 1880 y 1930, arriban cuatro millones. La primer oleada eran en su mayoría chacareros del Norte de Italia, Del Piamonte, de Genova, del Veneto, de zonas rurales. Vienen perseguidos por el desempleo, la corrupción, la desigualdad social.

Ya entrado el siglo XX arriban los italianos del Sur; Calabria, Sicilia, expulsados por la pobreza. En general se asientan en las grandes ciudades, no son labradores, tienen otros oficios. Arriban después de la Primera Guerra, se interrumpe en los años de la Segunda guerra y finaliza entre los anos 50 y 60 del siglo pasado.

Y todos ellos, los del norte y los del sur, traen las pastas, frescas o secas; tallarines, gnoquis, ravioles, la fainá, de origen genovés, la pizza, derivada de la cocina napolitana, la fugazza, descendiente de la focaccia genovesa. Llega la polenta, del Norte de Italia, los panes dulces, hermanos de los panettones milaneses, los chorizos, bondiolas y salamines de Lombardia, el Veneto, Friuli. Los helados, etc. Y no nos olvidemos del café, que comparten con los españoles mediterráneos, del lemocello del Mezzogiorno o de la sidra de Campania.

Fotografia de Churros. Imagen creative commons por Andres Reyes.
Foto de un alfajor. Imagen creative commons por Jakobien van der Weijden.

A esta revolución gastronómica se suman los españoles. Ellos estaban desde la época de la colonización, en lo que antiguamente era el Virreynato del Río de La Plata. Habían fundado poblaciones, tuvieron sus descendientes, los criollos, con sus tradiciones y su lengua. Por eso, cuando llega el aluvión inmigratorio de fines del siglo XIX, tuvieron una ventaja que los otros no, el idioma no era una barrera y la idiosincrasia era común.

Desde fines del siglo XIX, en la posguerra de los años veinte, más tarde los exiliados y fugitivos de la guerra Civil española (1936-1939), arriban a argentina convirtiéndose, junto a la italiana, en las inmigraciones mas importantes al país. Vienen de Galicia, de Andalucía, de Asturias, de la zona vasca.

El puchero argentino es un derivado del “cocido” español. Las empanadas, de origen andaluz que derivan de los fatay, cocina del cercano oriente que durante siete siglos reino en España, los churros, los alfajores, la tortilla de papas, las albóndigas, la empanada gallega, las torrejas, los buñuelos, las croquetas, los piononos, la sidra asturiana, el chocolate.

Las “picadas” argentinas, que suelen preceder al asado, son descendientes directos de las tapas de España, compuesta de
trocitos de queso, milanesas, salames y aceitunas. El mate ya era en época colonial una infusión típica, pero fueron los
españoles que le agregaron la bombilla, “el chupador”, como se lo denominaba entonces.

Otra migración importante, una pieza mas del rompecabezas, los Árabes. Formalmente arriban a estas orillas en 1886, son 633 personas de origen sirio y libanés. Se suman jordanos, palestinos, egipcios, iraquíes. Cristianos y musulmanes que
escapaban de guerras entres kurdos, otomanos y musulmanes. Sufren persecuciones religiosas y conflictos. No tienen ningún tipo de problema en su inserción por ser similares a los criollos, a los gauchos. Son descendientes de beduinos y se convierten
rápidamente en gauchos árabes.

La influencia árabe en la comida argentina ya se había realizado a traves de la península ibérica. La golosina mas consumida en el país es el alfajor, una creación culinaria árabe y las empanadas, otra herencia exquisita de los persas que los árabes llevan a España y en 1500 a América.

Cocina internacional en la Argentina

Los alemanes no llegaron masivamente, sino en grupos pequeños. Los más importantes, de 1920 a 1935 y después del final de la segunda guerra mundial.

La pastelería argentina es descendiente directa de la alemana, casi todas las “facturas”, las berlinesas, el kutchen , las medialunas, las tortas tienen su origen centroeuropeo.

Los franceses también aportaron su tipo de pan, “frances”, sus cremas , los flanes con chantilly, los omelets, mas tarde, la cocina de huerta casera o nueva cocina. Y no solo eso, llegó también la forma distinta de engalanar una mesa, preparar platos mas pequeños y refinados, forma de cocinar y presentar mas refinado, entre otras variantes.

Los británicos e irlandeses están en Argentina desde fines del siglo XVIII, cuando se comienza a desmembrar el ejército de Napoleon, y en 1810 ya había 500, sumando los que se quedaron en Buenos Aires después de las Invasiones Inglesas. Se dedican casi en su totalidad a actividades rurales y traen con ellos el te y los scones, los galeses la exquisita Torta Negra y otros sabores, las jaleas de manzana y los quesos, con su migración a Chubut en los anos 60 del siglo XIX.

Y la amalgama de sabores se complementa con el aporte de portugueses, judios, griegos, japoneses, suizos, yugoslavos, bielorrusos, etc.

El siglo XXI es la moderna internalización de la comida argentina. Se suma la de los países fronterizos y otros sabores
latinoamericanos, como el peruano y el mexicano. Y mas lejanos también, el Extremo Oriente, India, Japon, Tailandia, China, etc.

Es difícil entonces definir la gastronomía argentina. Pero si prestamos atención a la definición de “Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico Argentino” encontraremos destacado el asado, las empanadas, el mate, el dulce de leche y el vino Malbec.

Ese seria el encabezado, luego la lista sería una interminable fila de platos de todo el mundo, en versión argentina, pues eso somos, un crisol de razas y de ollas. No?

Nota por Meri Trentini. Meri nació en Entre Ríos, estudió Literatura en la Universidad de Buenos Aires y colabora regularmente con Origenes.online escribiendo sobre costumbres, lenguaje, viajes e historias familiares.

Quiénes vivían en la Provincia de Entre Ríos antes de la Inmigración?

En los orígenes de la provincia se distinguían dos grupos de pobladores. Los miembros de uno de esos grupos eran cazadores, recolectores y pescadores.

En este grupo mencionamos a los charrúas (que se ubicaban además en parte de Uruguay y extendieron su andar por el Sur de Brasil, además de Entre Ríos y ocasionalmente alguna zona de San Fe y Corrientes), los cáingang (que se ubicaban además en el centro-sur de Brasil, la Mesopotamia argentina, Paraguay y el Norte de Uruguay) y los querandíes (que también ocupaban una parte de la región pampeana).

Los miembros de este grupo habitaban a orillas de ríos y lagunas por las que navegaban en largas canoas que construían con troncos de árboles tallados. La naturaleza les preveía los materiales para construir sus chozas de paja y junco y, además, el pescado que constituía su principal alimento, que completaban con miel, frutas, semillas de los bosques y la caza.

Mapa de Entre Rios y sus habitantes
Mapa de Entre Rios y sus habitantes.

El segundo grupo estaba conformado por los guaraníes (se ubicaban en Paraguay, en las provincias Argentinas de Entre Ríos, Corrientes, Misiones, parte de Chaco, Santa Fe y Formosa, en el Sur y Suroeste de Brasil, Sureste de Bolivia y Uruguay) y los timbúes (se hallaban en el sur de la provincia de Santa Fe en torno a la desembocadura de los ríos Carcarañá y Coronda en el río Paraná, y en el departamento Diamante de la provincia de Entre Ríos.

Formaban parte del grupo de los chaná-timbúes en el que se sumaban los mepenes, mocoretaes, calchines, quiloazas, entre otros. Hay quienes los consideran emparentados con los guaycurúes). Los miembros de este segundo grupo combinaban la agricultura, la pesca y la caza.

Los guaraníes corresponden a la gran familia de los Tupí-guaraní que se extendía desde el Amazona hasta el Río de la Plata. Al momento de la conquista de la provincia habitaban las islas del Paraná, al norte de Corrientes, el litoral misionero y parte de Salta. Además ocupaban un lugar destacado entre los colonizadores y misioneros porque fueron utilizados como guías e intérpretes.

Su lengua, el guaraní, aún se habla en la Mesopotamia argentina y en Paraguay. La influencia que dejaron es innegable y está profundamente arraigada. La toponimia entrerriana, para citar un ejemplo, así lo refleja.

Una aldea guaraní en un antiguo grabado.
Una aldea guaraní en un antiguo grabado.

Los guaraníes construían sus aldeas protegidas con empalizadas. Además eran tejedores de algodón, producían canastas y trabajaban con arte la cerámica. Para sembrar talaban y desmalezaban una parcela que luego quemaban aprovechando la ceniza como abono para luego sembrar zapallo, batata, mandioca o maíz. Completaban su alimentación cazando y pescando, además de recolectar frutas y hierbas. Entre las últimas se debe destacar la yerba mate silvestre. Cada tribu tenía un cacique que gobernaba parcialidades. Su cargo era hereditario y era aceptada la poligamia.

En el siglo XVII los jesuitas establecieron entre sus pobladores importantes misiones. Fueron 15 en las provincias de Corrientes y Misiones, ocho en Paraguay y siete en el Suroeste de Brasil, las que eran denominadas Misiones Orientales. Tuvieron importante influencia, además, en Uruguay.

El 21 de julio de 1773, el Papa Clemente XIV dictaba el breve apostólico Dominus ac Redemptor suprimiendo la Compañía de Jesús. Comenzaba la decadencia de las misiones jesuíticas, lo que es otra parte de la historia.

En suma, los guaraníes no eran pobladores originarios de la provincia de Entre Ríos, sino que fueron poblando las Villas recién fundadas debido a su expulsión de los jesuitas y la persecución de los bandeirantes brasileños. Así llegaron a Mandisoví, por ejemplo. Este pueblo originario era migrante y se movía en búsqueda de la llamada “tierra sin mal” donde pudieran trabajar en libertad. La búsqueda de esta “tierra sin mal” era la base de su cultura.
No se sabe exactamente cuando los guaraníes comenzaron a llegar a la provincia. Hay un dato preciso: la calera existente en el Parque Nacional el Palmar, denominada Calera de Barquín y hoy en ruinas, data del año 1650.

Batalla contra los Querandies, del libro "EL Primer Historiador de los Paises de La Plata", por Ulrich Schmidel.
Batalla contra los Querandies, del libro "El Primer Historiador de los Paises de La Plata", por Ulrich Schmidel.

Y es así como una infusión que era usada en el s.V a.c. por los pueblos originarios de América del Sur, es hoy venerada por culturas de lo más remotas, y lejos de caducar, sigue expandiéndose al latido de las migraciones. Podemos pensar que es su gusto el que lo hace único, o la forma en que se sirve, pero me inclino a creer que es la conexión y los recuerdos que se generan con el mate lo que hace que sea difícil de desprenderse y hoy en día, donde haya un argentino, un uruguayo, un sirio o un libanés, allí estará la pava caliente para reconfortar el cuerpo y el alma, estén en su pueblo natal o en algún lugar lejano y hostil.

Colaboración por Gustavo Surt. Gustavo vive en Chajarí, donde nació. Es periodista y Jefe de Redacción del Semanario Chajarí al día desde su fundación hace más de dos décadas. Tiene un programa de TV que cumple en 2020 37 años y conduce un programa de radio sobre nuestra identidad por AM 940 que expone música, anécdotas, historias y tiene ya 29 años en el aire. Es además músico y compositor y ha sido distinguido por el HCD local, Cultura de la Provincia, la Fundación Cocomarola, y la Cámara de Diputados de la provincia entre otros. 

El Fomento de las Políticas Inmigratorias en Argentina (1870-1930)

Durante la segunda parte del siglo XIX y hasta 1930, el mundo experimentó un periodo de inmigraciones masivas, originado principalmente por migrantes europeos hacia el continente Americano y Oceanía. Argentina fue un caso particular ya que fue uno de los países que más inmigración europea recibió y donde la política de puertas abiertas se evidenció con mayor fuerza.

Las razones que explican el proceso pueden rastrearse en las malas condiciones económicas y sociales de los países de origen y la necesidad de mano de obra de los países receptores. Italia, por ejemplo, había sido desmembrada después de la caída de Napoleón Bonaparte en 1815, y se encontraba parcialmente bajo el poder de Austria. Las guerras del período, sumadas a la dificultad de reconciliar las diferentes regiones y sus dialectos, crearon na situación de trastorno social y económico, corrupción, desempleo (mayoritariamente rural), y desigualdad entre las clases sociales.

Pero además del factor económico, es importante comprender la relevancia que ocupó la idea del inmigrante como agente civilizatorio, dentro del programa político de desarrollo de la élite gobernante liberal de la época.

Barco de emigrantes, cerca de 1915.

Alberdi por ejemplo comparaba “poblar” con civilizar; con la idea de poblar se refería específicamente a inmigrantes europeos y a la necesidad de que exista un claro fomento de ésta política por parte del Estado.

Sarmiento por su parte destacaba la virtud moralizante del inmigrante europeo, y su rol positivo en la instalación del orden. La inmigración en el ideario liberal decimonónico era vista como la energía viva necesaria para renovar por completo las instituciones arcaicas del antiguo régimen colonial.

Este ideario fue el que imprimió de forma profunda las medidas de fomento establecidas. En la Constitución de 1853 se evidencio esto último por medio del establecimiento de derechos civiles igualitarios a los inmigrantes, en el artículo 25 que prohibía expresamente la restricción del ingreso a los extranjeros y en la ley de inmigración de 1876.

Ahora bien con el advenimiento de la primera guerra mundial se produjo un desplome del comercio internacional, que generó impacto económico en varios de los países receptores. Comenzaron a levantarse voces contrarias a la inmigración las cuales se plasmaron en leyes tendientes a restringir su flujo. Este proceso se destacó principalmente en Estados Unidos (el principal país receptor de inmigración durante la época) donde se establecieron cupos y exámenes de cualificación.

Lo que caracterizó al caso Argentino fue que durante todo el periodo de inmigraciones masivas, la política de auspicio sufrió muy pocos cambios y casi no tuvo grupos de poder que fueran serios detractores. Esto permitió que la política de puertas abiertas se extendiera en el tiempo. La excepción fue la Liga patriótica que con un mensaje de nacionalismo y xenofobia buscó reprimir los movimientos anarquistas y socialistas de la época, los cuales estaban compuestos mayormente por trabajadores inmigrantes. Sin embargo su eje discursivo no estaba orientado contra los inmigrantes en su conjunto, sino en oposición al inmigrante politizado.

Carreta con inmigrantes italianos. Fotografía de Frank George Carpenter.

En contraposición, la elite agraria brindo apoyo a la política de fomento inmigratorio, dado su interés por obtener un flujo constante de mano de obra necesaria para las labores en el campo. Sorprende que si bien la tendencia mundial observada principalmente en países como Estados Unidos y Australia era que los sindicados y partidos políticos vinculados a los obreros se opusieran a la inmigración por su efecto negativo en el salario real, en Argentina no sucedió.

Posiblemente la razón que pueda explicarlo fue la enorme fuerza de movilidad social ascendente que se observó en la sociedad argentina durante toda la época, la cual permitió mantener las condiciones económicas en constante crecimiento. Además, hubiera sido difícil pensar un discurso anti-inmigratorio exitoso en una sociedad donde tanto los miembros de gran parte de la élite política como la sociedad en su conjunto, eran primera o segunda generación de inmigrantes.

Fuentes:

  • Alberdi, Juan B. (1837). Bases y puntos de partida para la organización política de la República de Argentina.
  • Sánchez Alonso, Blanca (2007). La racionalidad de las políticas migratorias en la primera globalización: el caso argentino. Revista de Instituciones, Ideas y Mercados Nº 46, pp. 233-264.
  • Cortés Conde, Roberto (1979). El progreso argentino, 1880-1914. Buenos Aires, Ed. Sudamericana.
  • Devoto, Fernando (2003b). Historia de la Inmigración en la Argentina, Buenos Aires. Ed. Sudamericana.
  • Díaz Alejandro, Carlos (1970). Essays on the Economic History of the Argentine Republic,. New Have, Yale University Press.
  • Germani, Gino (1955). Estructura social de la Argentina. Buenos Aires, Ed. Raigal.
  • Sarmiento, Domingo F. (1845). Civilización y barbarie e las pampas argentinas.

Visita al Barrio de La Boca: Historias de Inmigrantes, Fútbol y Tango

El barrio de La Boca es uno de los sectores de la ciudad de Buenos Aires más visitados por turistas, por estar muy vinculado a dos grandes mitologías nacionales: el tango y el fútbolCaminito, la calle inmortalizada por la canción del mismo nombre, esta rodeada de edificios de chapa y cartón, pinturas, músicos, suvenires y, los fines de semana, parejas bailando el dos por cuatro. La ribera, convertida en paseo, conduce al espectáculo que es La Bombonera, un carnaval de luces de bengala, papeles de colores y bombas de estruendo.

La Boca tiene historia de sobra. En este artículo exploraremos sus orígenes a través de la instalación de las primeras familias inmigrantes de Genova y la creación de los conventillos, decorados con los sobrantes de pintura que traían los marineros. Repasaremos el azote de la fiebre amarilla, los trabajos del ferrocarril al puerto de la Ensenada, y la fundación del histórico y mundialmente reconocido Club Atlético Boca Juniors

Historia de La Boca y Caminito

Lo que hoy es el barrio de La Boca se mantuvo prácticamente deshabitado hasta principios del siglo XIX. Las primeras familias comenzaron a instalarse entre los años 1830 y 1852, la época de mayor entrada de barcos – y de inmigrantes Italianos. De origen sobre todo Genovés, los residentes de La Boca eran normalmente llamados Xeneizes, una deformación de «zeneizi» o Genovés en el dialecto de la región.

Estos inmigrantes se agruparon en conventillos, o viviendas colectivas donde familias o grupos de hombres solos podían alquilar cuartos. Construidos con chapas de metal acanaladas y montados sobre pilotes o cimientos altos debido a las frecuentes inundaciones, muchos de estos conventillos estaban pintados de diferentes colores gracias a los sobrantes de pintura que traían los marineros – nunca suficiente para cubrir una fachada entera!

En los patios y balcones de los conventillos se mezclaban y enriquecían las diferentes culturas – y recordemos además que la cocina y el baño eran de uso común.

Conventillo de Buenos Aires hacia el año 1900.

Cuando la fiebre amarilla azotó al sur de la ciudad entre 1870 y 1871, muchos vecinos adinerados decidieron trasladarse hacia el norte de la ciudad, de menor densidad poblacional. Muchas de las grandes casonas que quedaron atrás fueron subdivididas en viviendas mas pequeñas y alquiladas a los inmigrantes. En 1895, de una población total de 38.000 habitantes, 17.000 eran argentinos, 14.000 italianos, 2.500 españoles y el resto de otras nacionalidades.

Los trabajos del Ferrocarril Buenos Aires al Puerto de la Ensenada que habían comenzado en 1863 levantaban ya para 1866 la estación Muelle de La Boca, facilitando el viaje de sus habitantes. En 1876, la apertura de una nueva boca y construcción de nuevos muelles en La Boca permitieron el normal acceso de buques de ultramar. Sin embargo, en 1880 la ciudad de Buenos Aires se federaliza, por lo que el Riachuelo se establece como frontera entre la provincia y la nación y un nuevo puerto abre en Puerto Madero, conviertiéndose en el frente definitivo de la ciudad.

El puente símbolo del barrio de La Boca fue autorizado en 1908 por el Estado Nacional e inaugurado el 31 de mayo de 1914. Se trataba de un transbordador que unía la Isla Maciel con La Boca para el Ferrocarril del Sud, y su plataforma permitía el transporte de peatones, carros, vehículos a motor o tranvías. En 1940 se inauguró a cien metros de distancia un nuevo puente peatonal y carretero, pero el transbordador siguió en uso hasta 1960.

Qué Ver en La Boca

Calle Caminito

Calle Caminito es un callejón museo y pasaje de gran valor cultural y turístico. Uno de sus extremos se encuentra frente al Riachuelo, en la Vuelta de Rocha, y a 400 metros se halla La Bombonera, estadio del Club Atlético Boca Juniors. Su forma sigue el curso de una antigua vía de un ramal del Ferrocarril Buenos Aires al Puerto de la Ensenada, posteriormente abandonada.

Que ver en La Boca: Caminito

Restaurante La Perla

El Restaurante La Perla fue fundado en 1882 y sus paredes están magníficamente decoradas con objetos que relatan la historia del restaurante y del barrio. La Perla es uno de los Cafes Notables de Buenos Aires, lugares preservados y reconocidos por su importancia histórica.

Que ver en La Boca: La Perla

Museo Quinquela Martín 

El Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín esta ubicado en el corazón de La Boca y es una de las Instituciones que el artista boquense donó al barrio con la intención de crear un polo de desarrollo cultural, educativo y sanitario. Comprometido con los procesos educativos, el Museo, promueve una concepción del arte como factor decisivo en los procesos cotidianos de construcción de identidad.

Que ver en La Boca: Museo Quinquela Martín

Centro Cultural Fundación PROA

La Fundación Proa ha sido desde su inauguración un punto de referencia ineludible para las artes de la Ciudad de Buenos Aires. Con un programa anual de exhibiciones temporarias y la organización de seminarios, cursos, conferencias y conciertos, incluye una diversidad de propuestas actuales como la fotografía, el video, el diseño, la música electrónica y la puesta en marcha permanente de proyectos especiales.

Que ver en La Boca: Fundacion PROA

Museo Conventillo Marjan Grum

El Museo Conventillo Marjan Grum es un pintoresco espacio para la libertad del arte denominado Proyecto “Museo Conventillo”. La casa de madera y chapa fue construida en 1880 y recuperada completamente con un titánico esfuerzo. En el mismo se pueden apreciar trabajos en oleo, acrílico, esculturas, calidoscopios eléctricos e instalaciones. El Museo Conventillo fue nombrado de interés cultural en el 2003 por la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, y de Interés Turístico por la Subsecretaria de Turismo de la ciudad.

Que ver en La Boca: Museo Conventillo Marjan Grum

Museo de la Cera

El Museo de Cera de La Boca es el único de su tipo en el país. Inaugurado el 11 de junio de 1980, sus figuras de cera evocan la notable epopeya del sur de Buenos Aires, desde sus orígenes hasta nuestros días. El Museo comprende distintas áreas, con muestras especialmente diseñadas y agrupadas según un criterio pedagógico.

Que ver en La Boca: Museo Conventillo Marjan Grum

La Bombonera

La Bombonera es un estadio de fútbol perteneciente al Club Atlético Boca Juniors y reconocido por diversos medios internacionales como uno de los más emblemáticos del mundo. Fue inaugurado el 25 de mayo de 1940 y cuenta con una capacidad para 54.000 personas. La razón de su diseño compacto fue que se debía construir el nuevo estadio en el mismo solar donde se encontraba el anterior, de madera y mucho más pequeño.

Que ver en La Boca: La Bombonera

Usina del Arte

La Usina del Arte es un centro cultural y sala de espectáculos en La Boca. El edificio original fue diseñado por el arquitecto Juan Chiogna para alojar una super-usina de la Compañía Ítalo-Argentina de Electricidad (CIAE). Luego se convirtió en el Auditorio de la Ciudad de Buenos Aires, sede de las orquestas Sinfónica Nacional y Filarmónica de Buenos Aires.
Que ver en La Boca: Usina de Arte

Café Bar El Estaño

El bar-almacén Café El Estaño 1880, en Aristóbulo del Valle 110, fue fundado en 1890 como almacén, con el tiempo se convirtió en café y luego lugar de encuentro de artistas y bohemios. El Estaño es uno de los últimos bares-almacén de la ciudad. Las paredes están cubiertas de madera trabajada, en las que se destacan un gran mural.

Que ver en La Boca: Café El Estaño

Fiebre Amarilla en Buenos Aires: 1871, la Epidemia que Castigó a la Pobreza

La fiebre amarilla había aribado a Buenos Aires al parecer tres veces, pero en 1870 el virus bajó del norte y encontró en la pobreza el mejor caldo de cultivo.

La segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX trajeron a Buenos Aires millones de inmigrantes, la mayoría empobrecidos, que buscaban mejorar sus vidas y la de sus descendientes.

Pero con la gente que se traslada, viaja muchas veces un compañero indeseable, un enemigo silencioso que nadie conoce y que va a provocar un gran drama en el futuro.

Qué Es La Fiebre Amarilla?

La fiebre amarilla es una enfermedad infecciosa provocada por un mosquito, en este caso el Aedes, que al parecer tuvo su origen en el siglo XVI o XVII, en Africa, y que debido al espantoso trafico de esclavos se mudó posteriormente a América. Se la denomina “amarilla” por la ictericia que provoca la enfermedad, poniendo la piel del enfermo de ese color. En los casos graves, el enfermo padece de trastornos renales, sangrado hepático, fiebre alta, delirio y convulsiones, entre otros.

A Buenos Aires la fiebre había arribado al parecer tres veces antes del fatídico 1871, quizá con los barcos desde Brasil, pero sin mayores consecuencias. Sin embargo, en enero de 1871 (o probablemente en diciembre de 1870) al parecer el virus arribó desde Corrientes, o más al Norte, con los soldados que llegaron de la Guerra de la Triple Alianza.

Buenos Aires había soportado otras epidemias, pero ésta, la fiebre, encontró en la pobreza y el hacinamiento el mejor y mayor caldo de cultivo para prosperar y aniquilar.

Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires (1871)
Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires (1871). Óleo sobre tela por Juan Manuel Blanes.

La Fiebre Amarilla en Buenos Aires

San Telmo fue el barrio más castigado. Las condiciones de higiene eran allí deplorables. La población se hacinaba en “conventillos”, nombre burlón derivado de “convento”, por ser especie de celdas pequeñas , sin ventilación, con un solo retrete para decenas de personas, sin recolección de basura, consumiendo agua contaminada por la ausencia de redes de agua potable. Se sumaba al desastre las curtiembres que tiraban los deshechos orgánicos al Riachuelo, la zona baja y húmeda y el calor.

Y dentro de las insalubres habitaciones también se daban las condiciones. Al no tener sanitarios, las bacinillas y las salivaderas permanecían ahí todo el día, con su contenido. Y pasado el verano, en abril de 1871, cuando ya tendría que haber cedido la peste (dado que el mosquito transmisor vive en lugares cálidos), esto no ocurrió. Es que se usaban braseros para templar las habitaciones y el ambiente tibio le fue propicio.

Un conventillo o casas de inquilinato y pulpería en el siglo XIX.
Un conventillo o casas de inquilinato y pulpería en el siglo XIX.

Y el desastre llegó. Los barrios bajos de San Telmo y Monserrat estaban poblados en su mayor parte por inmigrantes de Europa, pobres. Italianos, españoles, franceses y negros. En los meses de enero, febrero, marzo y abril de 1871, murieron casi 15.000 personas, la mitad niños, y la mitad sin asistencia medica.

En Marzo, con ausencia total de un accionar eficaz de parte del gobierno, el consejo que dio “La comisión del pueblo”, fue HUIR. El 10 de abril del fatídico 71, murieron 563 personas. En ese día solamente.

El llamado Cementerio del Sur había sido inaugurado en 1866, pero colapsó. Era pequeño, mal ubicado por lo céntrico y con los cadáveres mal enterrados, apenas cubiertos por tierra, casi a nivel del suelo. Cuatro días después del pico de mortandad, se abre otro cementerio, al Oeste, la Chacarita, originado en el nombre La Chacrita que había sido utilizada para recreación del Colegio nacional Bs As., y luego, al frente,en 1886 la Nueva Chacarita.

El traslado de las victimas también fue complejo y desbordaba las estructuras del momento. Sólo había cuatro coches fúnebres en la ciudad. La primera locomotora La Porteña ya andaba trotando por las vías desde 1857, pero se tuvo que agregar con urgencia un tramo de ferrocarril, el del Oeste, hasta Chacarita, para hacer dos viajes diarios con su macabra carga. Uno de los maquinistas, de apellido Alan, fallecio de la fiebre haciendo su trabajo.

El Paso de La Fiebre Amarilla

La ciudad de los Buenos Aires con sus Malos Aires, empuja al éxodo a la gente pudiente hacia el Norte, a zonas altas. Se construyen grandes casonas, se mudan al campo, se proveen de higiene y salubridad mientras las barriadas del bajo arrastran su pobreza y la indiferencia de las clases dirigentes. Y sus casas de san Telmo y Monserrat son subdivididas y arrendadas a la gente pobre que no podía pagar mas que mal techo y tristes condiciones de vida.

Se proyecta mucho, pero se cajonea mucho también. Y los planes de cloacas y agua potable recién llega a la mayoría de los barrios después de 1930. Desafortunadamente, y a pesar de las mejoras en el sistema de salud, no todos tienen hoy en día acceso a estos servicios.

Nota por Meri Trentini. Meri nació en Entre Ríos, estudió Literatura en la Universidad de Buenos Aires y colabora regularmente con Origenes.online escribiendo sobre costumbres, lenguaje, viajes e historias familiares.

Bajo Belgrano, Origen y Entrañas del Arrabal, el Tango y los Caballos

Los vendieron gato por liebre? Es posible que la memoria colectiva se haya quedado con lo romántico y nostálgico, en vez de reconocerle al barrio de Belgrano su origen arrabalero, hípico y tanguero?

El tango Bajo Belgrano, escrito en 1926 por Francisco García Jiménez, musicalizado por Anselmo Aieta e interpretado por Gardel y tantos otros, nos pinta una imagen que es difícil de adjudicar al hoy tan paqueto barrio River: el patio de los studs, el peoncito que le habla al pingo, los gritos de la venta de programas, y la cancha repleta de aficionados vitoreando a sus preferidos.

Hombres bailando tango en la orilla del río.

No hace falta más que escuchar un tango para imaginarnos al riachuelo, el sur, el humo, puchos, un whiskey, un desamor, los barcos de Quinquela Martín, y algún alma en pena. A llorar se va al sur. A jugar, arriba. Otras pasiones, otros vicios. Pero aunque le han dedicado varios tangos a la parte más deseada de Santa María de los Buenos Ayres, tanguero de pura cepa honra su norte: “Los domingos tenés reunidos, frente a la cancha gritando el nombre de tus cien pingos, los veinte barrios de la ciudad”.

Los aficionados que perdían todo, tenían sólo el pasaje de vuelta en el tranvía, que los dejaba en La Pampa y la vía, a la buena de Dios. He aquí el dicho popular.

La calle Blandengues donde se asoma la morochita linda de la canción, es la actual avenida del Libertador que va desde el túnel de Libertador hasta la General Paz. Estaba tan desolada y descampada aquella “Pampa de juventud”, que lo único que tenían los apostadores para llegar al Hipódromo era un tranvía que costaba 10 centavos ida y vuelta. Iba desde La Pampa y el ferrocarril (Barrancas), hasta la entrada del Hipódromo Nacional en Congreso y Libertador, y terminaba en Iberá y Blandengues (Libertador). Aquellos aficionados que perdían todo, tenían aunque sea el pasaje de regreso, he aquí el dicho “Pampa y la vía”.

En este paraíso de ludópatas, aficionados, ricos y pobres confluían, adictos a una pasión, guiados por el sudor de los equinos, el grito de los corredores de apuestas, la chicharra, el ruido del galope, la sangre caliente. Una vez pasada la pampa, volverían a separarse: ricos o pobres, sabios o ignorantes. Sólo los extremos de aquella misteriosa mujer los volverían a mezclar, en sus formas más carnales o viscerales. Tango de por medio.

En la Belgrano de los años previos a la gran crisis, era en las Barrancas donde empezaba la zona residencial, las enormes casonas de personajes ilustres, donde hacía no muchos años, se había instalado el gobierno federal, con sede en el actual Museo Sarmiento, y una vez federalizada la ciudad de Buenos Aires, gozó por poco tiempo del esplendor de ser capital de la misma.

Bajo de Belgrano, "Puente del Aburrido" sobre el arroyo Vega a la altura de la calle Artilleros y Blanco Encalada, año 1911.
Bajo de Belgrano, "Puente del Aburrido" sobre el arroyo Vega a la altura de la calle Artilleros y Blanco Encalada, año 1911.

La calle Victorino de la Plaza mantiene la forma ovalada lo que antes fue la cancha del Hipódromo Nacional.

Pero además de las putas en el sur, y los pingos en el norte, había algo más que movía a estos hombres: “Turban las violas en El Lucero, se hizo la fija del parejero, y están de asado, baile y cantor”, reza la maravillosa letra de aquella melodía. Y sigue: “Mientras pierde la vida un tango, que el ronco fueye rezonga, se alza la cifra de una milonga”.

Es acá cuando se unen los hombres de ayer y de hoy, con el asado, el baile y la música. Sin distinciones sociales. Sin importar de dónde vienen ni cómo se vuelven. Es el buen comer, la música y la buena compañía lo que nos calienta el corazón, nos hace olvidar las apuestas perdidas, los desamores, las penas. Es compartir, lo que “las ilusiones prendiendo va”.

Hoy, la cancha de River, ubicada en el lado sur del ex Hipódromo Nacional, cambió jockeys por la roja y blanca, los caballos por la pelota, los corredores de apuestas por la hinchada, pero lo que los une sigue siendo la misma pasión, no sólo por el deporte. Sino por la compañía. El ritual del asado previo o posterior al partido, los amigos, la alegría de estar juntos, de bancarnos en las buenas y en las malas. Y en éstas, bancarnos aún más. Pasan los años, y las orillas del mismo río han visto a este barrio cambiar mucho. Y no cambiar nada.

Carlos Gardel y su caballo “Lunático”, quien con la monta del legendario Irineo Leguisamo ganó carreras en Palermo y La Plata.
Carlos Gardel y su caballo “Lunático”, quien con la monta del legendario Irineo Leguisamo ganó carreras en Palermo y La Plata.

Aquella zona pantanosa de épocas atrás, al inundarse se llenaba de juncos que luego eran recogidos por los junqueros, éstos se los vendían a los quinteros para que aten sus verduras. Era apenas habitable. Hace poco más de media década que se pudo echar al río, que las casas de esta porción de Belgrano se sienten cada vez más parte. Pero todos estos años pagando el derecho de piso, hizo que cada vez sean menos los memoriosos de sienes plateadas que recuerdan aquel entrañable barrio al que le hace honor el tango.

Sin embargo, allí sigue inmutable la calle ovalada calle Victorino de la Plaza, negada a cambiar de forma, para que recordemos su pasado como cancha de turf.

Y es así como una infusión que era usada en el s.V a.c. por los pueblos originarios de América del Sur, es hoy venerada por culturas de lo más remotas, y lejos de caducar, sigue expandiéndose al latido de las migraciones. Podemos pensar que es su gusto el que lo hace único, o la forma en que se sirve, pero me inclino a creer que es la conexión y los recuerdos que se generan con el mate lo que hace que sea difícil de desprenderse y hoy en día, donde haya un argentino, un uruguayo, un sirio o un libanés, allí estará la pava caliente para reconfortar el cuerpo y el alma, estén en su pueblo natal o en algún lugar lejano y hostil.

Colaboración por María de la Paz Arias. Paz estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Di Tella y disfruta escribir sobre asuntos del Medio Oriente y Asia, y procesos judiciales en países desarrollados y en vías de desarrollo.

Historia del Asado Argentino: Orígenes, Identidad y Culto

Asado, barbacoa, parrilla o parrillada. Cualquiera de estas denominaciones es absolutamente comprendida por un argentino, y alude precisamente a la técnica de cocción con que grandes o pequeños trozos de carne son expuestos lentamente al calor del fuego o brasas, usando madera dura, como algarrobo o quebracho, para que las llamas duren tiempo y que al consumirse lentamente den lugar a una cocción pareja y sabrosa de la carne.

No solo la carne vacuna es la utilizada para asado. Si ampliamos el término y como se dice cotidianamente, nos reunimos a una “parrillada” es probable que nos referimos a agregar también pollo, cordero, cerdo, embutidos y achurras. O al menos algunas piezas, de acuerdo a las preferencias de los comensales, o si tiene lugar en una gran festividad, si es familiar, si es al aire libre, si se hace en una obra en construcción, donde los obreros “tiran” (ponen) un pedazo de carne, unos chorizos o ahora, con la actual crisis económica, simplemente alitas de pollo.

El asado (1888), pintura realizada por Ignacio Manzoni. Un gaucho repartiendo el asado, mientras toman maté a su alrededor.
Grupo de amigos comiendo un asado al aire libre, Buenos Aires 1940
Grupo de amigos comiendo un asado al aire libre, Buenos Aires 1940.
Típico asado de la Argentina en preparación.
Típico asado de la Argentina en preparación.

No en vano Hernández en su Martín Fierro, la obra literaria máxima del genero gauchesco, decía en su poema, que “Todo bicho que camina va a parar al asador”.

Tratemos de remontarnos a las épocas del Virreinato del Río de la Plata buscando los orígenes de esta forma de alimentación que se ha convertido en una especie de sello de identidad del argentino, para no exagerar y llamarlo paganamente un “culto”.

Acarete du Biscay, un francés de origen quizá vasco, en relatos escritos entre 1657 y 1663 en su libro “Relación de un viaje al Río de la Plata”, nos transporta a un lejano, inexplorado mundo. El escribe:

"Toda la riqueza de estos habitantes consiste en ganados, que se multiplican tan prodigiosamente en estas provincias que las llanuras están casi totalmente cubiertas de ellos, particularmente toros, vacas, ovejas, (...) sacan tanto provecho de las pieles y cueros de estos animales, que expreso mi asombro a la vista de tan infinito número de cabezas de ganado. (...) Los primeros habitantes de esta plaza pusieron cada uno su marca sobre los que pudieron atrapar, los metieron en corrales pero se multiplicaron tanto que se vieron obligados a soltarlos".

Una parrillada con chorizos, mollejas y achurras, entre otros.
Gauchos tucumanos preparando un asado en las afueras de Buenos Aires.
Gauchos tucumanos preparando un asado en las afueras de Buenos Aires.
Grabado de Gauchos haciendo un asado en 1820.
Grabado de Gauchos haciendo un asado en 1820. Hecho por el cartógrafo y viajero inglés Peter Schmidtmeyer.

Otros autores de época, como Alonso Carrió de la Vandera (Concolorcorvo) en 1773, se sorprendía también con los asados gauchescos. Es sabido que era tanta la abundancia de ganado que los criollos solo comían la lengua de la vaca y en oportunidades le sacaban el cuero para comerciarlo.

Y en la moderna gastronomía Argentina, la afamada chef Petrona de Gandulfo cita: 

“Para hacer un buen asado, el secreto está en conseguir una buena carne. Una vez hecho el fuego, y teniendo las brasas, colóquese la carne con la grasa hacia abajo, y déjese hasta que se aprecie cierto grado de cocción en la mitad inferior de la carne. Luego dese vuelta la carne y cocínese hasta que esté lista.”

Y ahí sabemos que necesitamos experiencia del asador, altura del emparrillado y cantidad de brasas.

No nos olvidemos del acompañante infaltable, un buen chimichurri, la típica salsa fría picante. Y por supuesto, el regalo del dios Baco, un tinto Malbec, un Cabernet o un Merlot.

Nota ad hoc: Libro Guinness de los records 2011: En La Pampa, Argentina, “el asado mas grande del mundo”. 13 toneladas de carne vacuna. 20.000 comensales

Nota por Meri Trentini. Meri nació en Entre Ríos, estudió Literatura en la Universidad de Buenos Aires y colabora regularmente con Origenes.online escribiendo sobre costumbres, lenguaje, viajes e historias familiares.