Los habitantes de este cementerio nos recuerdan la permanencia de la tragedia. Hace 150 años, fueron enterradas aquí incontables víctimas de las epidemias de fiebre amarilla y cólera que azotaron el país entre 1869 y 1871.
La epidemia de 1871 mató aproximadamente al 8% de los habitantes de Buenos Aires, un total aproximado de 14 000 muertosen total, la mayoría inmigrantes italianos, españoles, franceses y de otros orígenes europeos. Muchos de los sobrevivientes abandonaron la ciudad para intentar escapar del flagelo, por lo que en su peor momento, la población porteña se redujo a menos de la tercera parte.
Los cuerpos del Cementerio del Sud en San Andrés de Giles fueron trasladados antes que el mismo se sumiera en el abandono, pero las estructuras que recuerdan a los gilenses perdidos, y el dolor de los que debieron despedirlos, permanecen.
La localidad de San Andrés de Giles se encuentra ubicada en la región noroeste de la provincia de Buenos Aires, a 103 kilómetros de Capital Federal. El cementerio del Sur fue completado en 1873, a tiempo para enterrar a los muertos producto de las epidemias de finales de siglo que ya no cabían en los otros dos camposantos.
El diseño y la construcción del nuevo cementerio se le encargó al arquitecto y constructor Italiano Francisco Rivelli, quieén llevó adelante las obras de la nueva Necrópolis.
Aquí yacían sepultados antiguos pobladores gilenses. El Cementerio del Sud (uno de tres existentes entonces en San Andrés) llegó a un límite de dieciocho mil cadáveres durante el pico de la epidemia de fiebre amarilla de 1871.
El descanso de los gilenses fue perturbado cuando la segunda generación de descendientes pereció, y no quedó nadie quien quisiera ocuparse de las tumbas. En 1919 se determinó que el cementerio Sud debía cerrarse, aunque no fue hasta 1980 que una notificación municipal avisó a las personas que tenían familiares sepultados allí, que debían hacer un traslado de los restos hacia un cementerio definitivo al Norte de la ciudad. Los cuerpos fueron movidos a ése y otros camposantos y el sitio fue finalmente abandonado.
Vandalismo y olvido ayudaron a su lento deterioro, y aunque la municipalidad de San Andrés de Giles lo ha declarado lugar histórico, desmalezando el terreno en el que en algún momento descansaban eternamente los gilenses del Siglo XIX, el tiempo determinará qué trato recibirá este sitio en los años por venir.