La Inmigración hacia Chile durante los siglos XIX y XX

La inmigración europea hacia Chile, a diferencia de otros países de la región latinoamericana nunca fue masiva. Cuando se observa la distribución porcentual de los flujos migratorios europeos hacia América Latina puede confirmarse que Chile era el país menos elegido entre los inmigrantes. Argentina representaba el 45,5% ubicándose en el primer lugar, Brasil concentraba el 33%, Cuba el 14%, Uruguay el 4%, México el 3%, y Chile el 0,5%.

El común denominador para todos los países de la región fue por un lado el interés genuino de los migrantes en asentarse en esos territorios, y por otro la política deliberada de fomento de la inmigración europea por parte del Estado. A principios del siglo XIX Chile se había constituido como república independiente, lo cual generó la apertura del intercambio comercial con el exterior y produjo atracción de grupos de inmigrantes europeos. El Estado fomentaba la inmigración ya que su objeto era poblar, potenciar la industria y la exportación de materias primas de regiones específicas. En el imaginario de los gobernantes predominaba el supuesto de que un territorio poblado traería el progreso económico, gracias al espíritu del orden y trabajo propio de los europeos, argumento que se hacía oír en toda la región.

Imagen de Puerto Montt en 1912.
Imagen de Puerto Montt en 1912. Winter, Nevin O., Wikimedia Commons.

Recién comenzado el siglo XIX desembarcaron contingentes de inmigrantes ingleses, quienes predominaron respecto del resto de los inmigrantes hasta final del siglo. Tenían un papel relevante en la economía internacional y Chile representaba  una posición estratégica privilegiada en el ruta del Estrecho de Magallanes. Entre 1846 y 1875 se generó una importante ola migratoria de origen Alemán, quienes se instalaron primero en Valparaíso y luego en la zona sur del país, entre Valdivia y Puerto Montt.

Por su  parte, hasta 1860 el número de inmigrantes franceses en Chile fue muy reducido, arribando de forma individual, lo que se conoce como “inmigración libre”; 20 años más tarde comenzaron a llegar los primeros contingentes de franceses encuadrados en el marco de las campañas de fomento de la inmigración por parte  del Estado chileno. Provenían del país Vasco, de Burdeos, de Charentes y de las regiones situadas entre Gers y Périgord. Se instalaron en la zona sur del país austral.

Luego de 1880 el origen nacional de los contingentes migratorios comenzó a diversificarse llegando también españoles, italianos, portugueses, suizos, y yugoslavos.

Sociedad Suiza de Beneficencia de Victoria Chile
Sociedad Suiza de Beneficencia de Victoria Chile, unos años después de la llegada de los Colonos Suizos (1883-1889). Fuente: Wikipedia.

A finales del siglo XIX, Chile recibió el primer contingente de inmigrantes árabes, provenientes principalmente de Palestina, Siria y el Líbano. Estos grupos continuaron  llegando hasta 1960, debido a razones sociales, económicas y religiosas acontecidas en sus países de origen. Se distribuyeron por todo el territorio chileno, aunque una parte importante se concentró en la ciudad de Santiago.

Las colectividades provenientes del sur de Europa, tales como españoles e italianos, tuvieron un desarrollo evolutivo creciente hasta la década de 1930. Posteriormente, la guerra civil española produjo nuevamente la llegada de contingentes españoles, quienes con el paso del tiempo se constituyeron como el grupo migrante más importante del país.

Casa de madera y Tejuela, Primera Etapa Colonización Alemana, Camino a Alerce, Puerto Varas
Casa de madera y Tejuela, Primera Etapa Colonización Alemana, Camino a Alerce, Puerto Varas. Fuente: Wikipedia.

Como puede observarse, Chile recibió contingentes de diversas partes de Europa y Medio Oriente. A pesar de ésto, el saldo neto de ingresos no se destacaba demasiado, lo cual caracterizó el fenómeno de inmigración en Chile por grupos reducidos y flujos irregulares.

Predominaba el perfil comercial en el inmigrante promedio, la gran mayoría se asentó en la ciudad capital y alrededores y rápidamente comenzó a desempeñar su oficio comercial. Por supuesto también llegaron jóvenes y adultos agricultores y obreros. Puede decirse que los británicos y alemanes tenían el control del comercio internacional, mientras que los españoles e italianos se ocupaba del circuito comercial urbano.

Por su parte, el gobierno chileno comenzó a institucionalizar los procesos de fomento a la migración europea y en 1882 creó la Agencia General de Colonización e Inmigración en Europa, con sede en París y subdelegaciones en otras ciudades europeas. Su objeto era llevar adelante el reclutamiento de inmigrantes europeos promoviendo la emigración hacia Chile. En la propuesta se les ofrecía un terreno de 40 hectáreas, asistencia médica y bonificaciones monetarias y materiales para que puedan instalarse. Quienes aceptarán, debían cumplir con una serie de obligaciones como por ejemplo no podrían vender sus tierras antes de que se cumplan 5 años de residencia; debían comenzar a reembolsar al Estado chileno a partir del tercer mes después de su llegada; debían trabajar la tierra durante el primer año de estadía, caso contrario se les podría retirar la concesión de las mismas.

Estas exigencias generaban dudas entre los migrantes al mismo tiempo que los obligaba a buscar alternativas disponibles en otros países de la región.

Año 1931, primer encuentro de inmigrantes húngaros residentes en Chile.
Año 1931, primer encuentro de inmigrantes húngaros residentes en Chile. Fuente: Wikipedia.

Para principios del nuevo siglo se registró apenas una entrada media anual de 1.000 inmigrantes europeos. Los flujos eran reducidos y las causas principales fueron la ausencia de tierras agrícolas disponibles gratuitamente para los recién llegados, las malas condiciones climáticas, y la difícil relación con las poblaciones autóctonas. Todo esto generaba malestar y decepción ya que las propuestas iniciales de las agencias y del gobierno chileno no reflejaban esta realidad, lo cual no contribuyó para que los inmigrantes exhortaran a familiares y amigos del viejo continente a realizar la travesía e instalarse en este lejano país.

Las medidas de fomento continuaron vigentes incluso a pesar de la guerra civil de 1891, la cual afectó el ingreso de flujos migratorios. Con la llegada del nuevo siglo,  la escasez de presupuesto generó la suspensión del programa de atracción de inmigración europea, la cual continuó pero de forma espontánea y sin acompañamiento por parte del Estado. Este programa logró elevar los índices de inmigración, y en 1907 el censo registró que el 4,14% de la población en Chile era inmigrante. Esta cifra fue la más alta de la época manteniéndose en ese lugar durante varios años. Si se lo analiza en forma comparada, Argentina alcanzaba en ese periodo un 30% de inmigrantes en el total de la población.

Como hemos señalado, la inmigración europea hacia Chile presentó límites que reportaron a la ubicación, naturaleza y condiciones climáticas del país. A pesar de que los flujos migratorios fueron reducidos e intermitentes, los contingentes lograron asentarse y consolidarse en territorio austral aportando a la ciudadanía y evolución de las costumbres chilenas.

Arquitectura alemana en el sur de Chile: Casa Bittman, Puerto Octay, Chile.
Arquitectura alemana en el sur de Chile: Casa Bittman, Puerto Octay, Chile.

Fuentes:

  • Gutierrez Roldan, Hector G. (1989). La inmigración española, italiana y portuguesa: Chile 1860 -1930. Revista Latinoamericana de demografía, Notas de Población Vol. 17 N° 48. (Santiago de Chile, Chile).
  • Enrique Fernández, Domingo (2006). La emigración francesa en Chile, 1875-1914: entre integración social y mantenimiento de la especificidad. Flux migratoires du XIXe et XXe siècles en Amérique latine. Les Cahiers ALHIM.
  • Estrada Turro, Baldomero (2012). Desarrollo empresarial urbano e inmigración europea: Españoles en Valparaíso, 1880-1940. Universidad Complutense de Madrid (España).

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